Hace ya unos veinte años Philippe Starck era el diseñador más famoso del mundo.

Diseñó el Juicy Salif, un exprimidor difícil de usar sin ensuciarse las manos. Éste no tardó en convertirse en un icono del diseño.

El producto no es nada funcional pero a lo largo de su historia ha tenido un increíble éxito.

La empresa fabricante del exprimidor para conmemorar el décimo aniversario lanzó una edición limitada de estos exprimidores bañados en oro. Toda una pieza de museo. Diez años después, Roland Kreiter, un joven diseñador rumano se inspiró el en Juicy Salif y creó el exprimidor Mysqueeze, también un elemento más decorativo que funcional.

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